La década dantesca de Fujimori y Montesinos (Segunda Parte)

  • Martín Nizama Valladolid Instituto Nacional de Salud Mental Honorio Delgado - Hideyo Noguchi

Abstract

Debido a su irreducible narcisismo el ilegítimo Presidente se sentía omnisciente, omnipotente, único e insustituible caudillo y salvador del país. En Brasil, Fujimori con soberbia declaró a la prensa que en el Perú no había alguien capaz de asumir el gobierno con responsabilidad y eficacia. El autócrata, su cúpula y su entorno servil, creían que sólo ellos podían gobernar el país; fantaseaban poco más o menos el apocalipsis. Al respecto, en 1995 la periodista inglesa Sally Bowen le formuló las siguientes preguntas: "¿qué pasaría con el Perú si mañana se cae el helicóptero presidencial o una bala asesina encuentra su objetivo? ". Con la seguridad de un omnipotente, Fujimori sonrió y replicó a su interlocutora: "No se preocupe”. " Yo seguiré gobernando el Perú desde el otro mundo”. "Modestia aparte". "Hay muchos pueblos en el mundo que quisieran tener un presidente como yo. Y muchos jefes de Estado que me guardan cierta admiración". La misma periodista le inquirió “¿ Con qué personaje histórico se siente identificado?. "Con nadie", le respondió Fujimori.